viernes, 3 de noviembre de 2023

(IV) EL ESEQUIBO Y LAS ANGUSTIAS DE ALEJO FORTIQUUE

En Londres está de Ministro Plenipotenciario Alejo Fortique. Ex ministro de la Corte Suprema de Justicia, es uno de los venezolanos mejor preparados y más aptos. Trabaja solo y sin secretario, como representante de un país arruinado por la guerra. Plantea al Ministro de Relaciones Exteriores, lord Aberdeen, la gravedad de la situación y la inquietud reinante en Venezuela. Lord Aberdeen desdeña el significado de la bandera británica sobre tierra venezolana y le expresa con suma frialdad que la operación de Schomburgk no es más que una operación preliminar, abierta a futuras negociaciones. Fortique reitera la necesidad y la urgencia de que el propio gobierno de Su Majestad destruya los postes y la garita y retire el pabellón inglés. La operación que Aberdeen consideraba insignificante se convirtió en un incidente que demoró demasiado tiempo y que ensombreció aún más las relaciones entre ambos países. Finalmente, lord Aberdeen le responde al Ministro Fortique que la remoción de las instalaciones de Schomburgk vendría “a embarazar mucho e innecesariamente al Gobierno de Su Majestad, pues tales señales son el único medio tangible de prepararse a discutir la cuestión de límites con el Gobierno de Venezuela”. —No es de Inglaterra, le dice con cinismo y flema lord Aberdeen al angustiado Ministro venezolano, de quien Venezuela debía temer. Era al Imperio a quien le correspondía velar por la libertad del río. Aberdeen piensa que la libertad es eminentemente británica, un privilegio tal vez de Su Majestad; la Reina Victoria. Las conversaciones de Fortique con el Secretario Aberdeen son intensas e insistentes. En algún momento se habla de la posibilidad del arbitraje. El Ministro venezolano ensaya otras hipótesis para la negociación. Fortique, inteligentemente, sagazmente, desconfiaba del arbitraje. Surge una línea de posible entendimiento. Al alegar su aceptación, Fortique le advierte al Presidente Soublette el riesgo “de que perdamos soga y cabra”. Poco después muere en Madrid Alejo Fortique y las negociaciones se estancan. Antes le había expresado al Presidente: —Hay un momento, en las negociaciones que si se espera no vuelve a presentarse.

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